Blue Prince va por la corona de juego del año

Blue Prince va por la corona de juego del año

El juego revelación del año es un rompecabezas que cambiará tu forma de ver el mundo.

Tu tío abuelo ha pasado a mejor vida y en su testamento te ha puesto como el único heredero de su inmensa fortuna, pero hay un catch: para poder adquirir tu herencia, primero deberás explorar los terrenos de su hermosa mansión de 45 habitaciones y demostrar que has encontrado la habitación #46.

Así comienza Blue Prince, la aventura creada por Tonda Ros, un diseñador primerizo que, inspirado por The Legend of Zelda y el libro Laberinto: Resuelve el rompecabezas más desafiante del mundo (Maze: Solve the World’s Most Challenging Puzzle), ha llevado su pasión por los puzzles a un sitial elegante, no solo estéticamente sino también en su concepción.

Antes de avanzar, les advertiré que este juego es de aquellos que más se disfrutan mientras menos sepas entrando a la casa (jaja). Por tal razón trataré de ser intencionalmente ambiguo con mis impresiones, pero todavía les dejaré una alerta.

Entrando al cuento

Herbert S. Sinclair era un hombre excéntrico, pero muy inteligente. Mucho de esto es evidenciado por su fascinación con los rompecabezas y su tendencia a esconder sus intenciones y significados a plena vista de sus empleados, familiares y, quizás más importante, los ojos del jugador.

Al comenzar cada día, entro a la casa y soy recibido por tres puertas. Al intentar abrir una de ellas, el juego siempre me presenta con 3 opciones de habitaciones que puedo visitar y la que escoja se materializará inmediatamente frente a mí, lista para explorarla.

La mansión está dividida en una cuadrícula de cinco columnas por nueve filas, donde únicamente dos habitaciones se encuentran en la misma ubicación de forma permanente: el vestíbulo, situado al pie de la tercera columna; y la antesala, situada en la punta de la misma columna.

El resto de las habitaciones podrán aparecer donde yo elija, dependiendo de las opciones que el juego me presente al azar durante mi exploración. Cada habitación siempre tendrá el mismo diseño, contenido y número de puertas. Por ejemplo, la biblioteca siempre tendrá dos puertas, sin importar donde la coloque en la cuadrícula.

Según Steam, llevo 30 horas explorando la finca Sinclair bajo las reglas del difunto, que estipulan las siguientes restricciones bajo pena de perder mi derecho a la herencia:

  • No dormir dentro de la mansión de un día para otro
  • No entrar con objetos a la mansión
  • No llevarse nada de la mansión al mundo exterior

Esta combinación de mecánicas hace de Blue Prince un juego de puzzles combinado con elementos roguelike, donde cada día se considera un «run» y estás expuesto a la suerte que el juego te lance.

Una anécdota

Una de mis materias favoritas en secundaria era la física. A diferencia del cálculo, la física tenía un elemento más concreto que me ayudaba a entenderla: su aplicación práctica.

Sí, al igual que el cálculo y la trigonometría, en la física hay que memorizar fórmulas, pero a diferencia de éstas, en la física los elementos están basados en cosas que mi cerebro primitivo podía recordar con mayor facilidad y que se prestaban para la interpretación visual, como lo son la fuerza de ivedad o la aceleración.

Resolver un problema de física implica observar, generar una hipótesis, elegir los elementos que necesito para armar una fórmula y luego ejecutar la misma agregando los datos iniciales del problema.

Al comienzo de Blue Prince, el jugador no tiene idea de lo que va a encontrar dentro de la Mansión Sinclair, pero a medida que explora irá agregando más información de contexto que cambiará la forma en que observa.

Esta información de contexto puede ser tan simple como asociar colores o requerir que alquiles un libro en la biblioteca de la mansión para aprender que el color rojo tiene un significado particular. Desde ese momento en adelante, cada vez que algo rojo aparezca en pantalla, el jugador apreciará lo que ve con otros ojos.

En cierto modo, esta es la magia que Blue Prince trae a la experiencia de descubrir algo. Pasas por una habitación cientos de veces y, en el día 26 de tu exploración, de pronto descubres algo que te hace darte cuenta que dicha habitación significa algo importante y que encima es algo que estuvo todo el tiempo frente a ti, pero no tenías el contexto para entenderlo.

Explorar en este juego es algo sumamente satisfactorio y adictivo.

Sabrás que el juego ha clavado firmemente sus garras en tu mente cuando te quedes mirando una ilustración de pared por 10 minutos sin decir una palabra.

El librito de la paciencia

La meta inicial del juego es descubrir la cuadragésimo sexta habitación en la casa, pero entremedio hay otros rompecabezas presentados a tus pies.

En primer lugar, hay mucho más que 46 habitaciones en la mansión, y algunas de ellas solo aparecen bajo ciertas condiciones. El decir que has encontrado y visitado todas las habitaciones posibles será un logro importante en sí.

De igual forma, ciertas habitaciones tienen elementos interactivos que contienen puzzles adicionales, como cajas fuertes que requieren una combinación numérica o computadoras que permiten controlar otras áreas de la casa asumiendo que tienes la contraseña para accederlas.

Consciente de que el juego tiene mucha información que recordar, su creador recomienda que uses una libreta para apuntar las cosas que vas aprendiendo sobre la marcha. Yo seguí el consejo y puedo decir que mi experiencia con el juego ha sido un deleite hasta ahora.

Nunca he sido tan organizado jugando títulos de este tipo, pero al retratar cada día de mi progreso en esencia he creado un diario de mi aventura en la mansión, guardando cada pista y observación de mi Luis pasado para ayudar a Luis presente a resolver este misterio.

Blue Prince es notorio por ser un juego «tira la piedra, esconde la mano» con sus pistas. Te dirá que hay un rompecabezas en una habitación, pero deberás resolverlo en otra (u otras), muchas veces a lo largo de varios días. Te dirá que cierta puerta requiere de una palanca para abrirse, pero no te dirá dónde está la palanca o en qué habitación usarla.

Mi humilde recomendación es que documentes tu progreso en una pequeña libreta y que no te dé pereza al hacer apuntes.

Escribe con calma, apunta cualquier detalle que llame tu atención(incluso si no parece que el juego le dé importancia), tómate el tiempo para dibujar o diagramar lo que veas y, más importante aún, corrige tus apuntes de días anteriores cuando descubras nueva información.

Todo ese esfuerzo resultará en una experiencia más relajada al no tener que contener toda esa información en tu cerebro. Plasmar lo que has encontrado visualmente te permitirá darle espacio a tus ideas y avanzar con paciencia sabiendo que no has perdido los valiosos hallazgos que has hecho.

Por último, la experiencia de jugar Blue Prince ha sido elevada aún más en mis últimas 10 horas gracias a otro factor importante.

Dos cabezas

Una mañana de domingo comencé el día #25 de mi exploración y mi novia, Delphine, me vio investigando la mansión por primera vez. A manera de experimento y con las discretas ansias de que le gustara el juego, le pasé el control para que ella paseara mientras yo hacía apuntes.

El día #25 de nuestra exploración nos tomó 5 horas y fue el día que más lejos había llegado en el juego. Casi logramos entrar a la antesala por primera vez. Dos días más tarde, durante el día #26, eso fue precisamente lo que logramos.

Lo cierto es que Blue Prince toma prestado de juegos como Gone Home, que hablan directamente a mis ganas de meterme en casa ajena y fisgonear como un vil ratero. Muchos tacharán despectivamente a este tipo de títulos como «walking simulators» (simuladores de andar), pero pienso que las personas que hablan así se cierran a experiencias tremendamente gratificantes.

Soy un acérrimo evasor de la trama principal de un juego. Quizás es un déficit de atención lo que hace que me sea imposible trazar una línea recta desde el comienzo hasta la meta, pero lo disfruto con una sonrisa. Me encanta perderme. Disfruto grandemente de irme por una tangente inesperada y ver adónde termino.

No lo parecerá a simple vista, pero jugar con un «copiloto» hace que perderse en Blue Prince sea más divertido, casi como un juego de mesa de supervivencia. Cada decisión se siente más divertida. Me gusta descubrir o, mejor aún, resolver enigmas con mi chica y también reír cuando una hipótesis termina en una pila de suposiciones incorrectas.

En contraste, juegos que están supuestamente hechos para disfrutarse en pareja, como No Way Out o el más reciente Split Fiction (ambos del mismo estudio), tienen una barrera de habilidad muy alta para jugadores novicios. Con esos juegos hay más chance de que termine peleando con mi novia que sintiéndome más cercano a ella al final de una sesión.

Si quieres unirte más a tu pareja, juega Blue Prince y trabaja en equipo. Para mí, este es un juego que realmente—y quizás sin querer—está hecho para jugarlo juntos.

Saliendo a tomar aire

Blue Prince salió a la venta en abril de este año, pero yo solo comencé a jugarlo hace una semana. Le doy gracias a mi amigo Álvaro por comprarlo, porque gracias a que compartimos una familia de Steam pude jugarlo sin gastar un centavo.

Es muy significativo el hecho de que, en un año en que hemos recibido una nueva consola de Nintendo, con lo que muchos consideran las mejores versiones modernas de clásicos como Donkey Kong y Mario Kart; un año en que Silksong por fin salió a la venta y fue precedido por nuevas y potentes ediciones de Monster Hunter, Assassin’s Creed y hasta Death Stranding, este jueguito hecho por una persona continúe su ascenso meteórico a candidato para juego del año incluso seis meses después de su lanzamiento.

Quizás esto dice mucho del estado actual de la industria o quizás tan solo es un indicio de lo que realmente valoramos como una comunidad que aprecia los juegos como lo que son: arte.

Como sea, tu cerebro merece que le des el chance de jugar Blue Prince y experimentar su reto de primera mano con ganas.


Estás leyendo Late Lando, la columna donde hablo de juegos a los que llego tarde porque tengo 40 años, deudas, una novia y a veces no tengo plata pa’ jugar vainas nuevas.

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